En este post solo
pretendo hilar algunos elementos clave que ayuden a comprender no solo un
proceso de reactivación económica post Covid-19, sino de una reactivación real y
efectiva que por años se viene desestimando.
Tener en cuenta
los delirios del crecimiento
Reactivar la
economía es impulsar el crecimiento económico. ¿Qué implica crecer? Significa incrementar
el Producto Bruto Interno (PBI). En términos simples, el PBI es un indicador
que mide la producción dentro de una región o país durante un periodo de
tiempo, generalmente un año. Si el PBI crece de un periodo a otro significa que
hay un crecimiento económico; pero si decrece hay una recesión económica. Sin
embargo, el PBI sufre varias inconsistencias. Solo a manera de muestra, el PBI
no contabiliza una serie de actividades informales, como el comercio
ambulatorio, que es característico de nuestra economía regional y del país.
Tampoco tiene en cuenta los costos de contaminación o efectos negativos de
actividades que hacen daño a la sociedad. Sin embargo, por ejemplo, si hay más
producción de drogas, armas de guerra, u operaciones de limpieza de relevantes
mineros, el PIB crece.
Las incongruencias
del PIB pueden aterrizar en delirios del crecimiento económico. Recuerdo un episodio
desazonado, ocurrido en 2017, cuando un alto funcionario del BCR restregaba los
bajos niveles de crecimiento económico regional. Con soltura y autoridad que su
posición lo emanaba, afirmó que el sector lácteo había decrecido. Alguien de la
audiencia no le creyó y le pidió que se explique. En respuesta, dijo que esto
se debía porque una gran empresa (¡solo una, que era formal, y de la que se
disponía de datos!) reportó menores ventas de quesos. Solo atiné a pensar: ¡¿Tanto
dinero en sus sueldos… y para esto?! Pero así son los datos del PBI Cajamarca: fríos
e incompletos. Si nos apañamos solo a mirar las cifras del PBI, y no la
estructura y configuración del real funcionamiento de la economía, cualquier
esfuerzo de mejora será miope. Además, el incremento del PBI no te asegura un
aumento del desarrollo; pero el crecimiento es una condición necesaria. A corto
plazo, en una reactivación, la idea es generar crecimiento, pero un crecimiento
que luego conecte con el desarrollo.
Escanear el PBI regional
No podemos diseñar
medidas de reactivación económica si se carece de una comprensión mínima de las
fuerzas del crecimiento, ya sea desde los enfoques de la renta, la oferta, o la
demanda. Centrémonos en este último. Impulsar la economía desde la demanda implica
estimular el consumo privado, consumo público, inversión privada, inversión
pública, y exportaciones. Estos son los motores o fuerzas de la economía, los
cuales, con la actual pandemia, se han debilitado o dañado más de lo que ya
estaban. El impulso de cualquiera de ellos reactiva la economía, resultando en
un crecimiento del PBI. En el actual contexto, solo las exportaciones no es
posible estimularlas a corto plazo. Aquí el reto es orientar esa producción al
mercado interno.
Pero ¿qué motores
prevalecen en nuestra economía? Los datos fríos indican que el consumo privado
es el más importante, que representa más del 50% del PBI regional. El gasto
público representa el 22%; la inversión privada, 10%; y la inversión pública, 9%
del PBI. Por supuesto, esta composición es diferente en otras regionales y a
nivel nacional. Todo indica que el foco está en estimular el consumo privado;
sin embargo, esto no será posible sin impulsar los demás.
Incentivar las fuerzas
del privado
Impulsar el
consumo privado implica que la gente debe disponer de más dinero, y para
lograrlo se requiere generar más empleos y/o incrementar los sueldos. Con esta
crisis, la vía menos pantanosa está en los empleos. ¿Conocemos el tamaño,
comportamiento, estructura y tipología de las empresas que generan empleo en nuestra
región? ¿En qué condiciones los sectores más afectados pueden retomar el
empleo? ¿Qué protocolos de seguridad y salud laboral se consideran en una
estructura empresarial altamente heterogénea? Cerca del 90% de las empresas de
la región son microempresas (de menos de 10 trabajadores) y cerca del 50% están
conformadas por solo una persona. Estos datos tienen que interpretarse en
compañía de datos sectoriales donde están los empleos, y hay que hacerlo desde
una perspectiva territorial. Porque no es lo mismo impulsar el empleo en el
sector agropecuario, que representa el 51% de la PEA ocupada y que está en gran
medida en el ámbito rural, que el empleo de los sectores comercio y servicios,
que representan el 24% del empleo y está en gran parte en la zona urbana. ¿Cómo
aseguramos que los esfuerzos de promover el empleo sean efectivos en una
economía regional donde la informalidad del 91% opaca a la economía formal del
9%?
El impulso del
empleo nos empuja a enfocarse en la inversión privada. Esperar de la inversión
extranjera no es factible por ahora; pero sí de las inversiones locales y
nacional. Para esto, tenemos que dar señales y expectativas optimistas a los
inversionistas, lo cual implica, como dijo John Keynes, despertar los “animal
spirits” de los inversores y de quienes quieren invertir. Por ejemplo, si
hay grandes inversiones, listas para empezar, hay que motivarlas para así
generar un efecto arrastre y de complementariedad con las demás;
si tenemos un sistema microfinanciero importante —que lo tenemos en la región—
debemos ser capaces de apoyar el acceso al crédito de pequeños empresarios; si nos
centramos en facilitar adecuadamente ciertos procesos administrativos de
apertura y continuidad de un negocio, la inversión privada, sin duda, se moverá;
incluso debemos ser capaces de diseñar mecanismos que ayuden a compensar con
beneficios presentes pérdidas futuras de las inversiones, y así alentaremos a
invertir hoy.
Asimismo, tenemos
que entender que las implicancias de esta crisis son un tanto diferentes a una
crisis política o social. En una crisis como esta, las señales que se envían importan
para las inversiones, pero la necesidad implícita puede importar más. En
una economía regional altamente informal, heterogénea y con mucho desempleo, la
necesidad de generar ingresos puede impulsar una mayor creatividad, emprendimiento
e innovación para generar ingresos. Ayudar a que esto suceda requiere crear las
condiciones y entender las demandas institucionales y organizativas desde el
aparato público. Es decir, necesitamos gobiernos emprendedores.
Alimentar las fuerzas
de lo público
Un gobierno
emprendedor, para reactivar la economía, no solo alienta el consumo e inversión
privada, sino que es capaz de realizar una inversión pública inteligente,
comprendiendo la dinámica de la estructura económica, las dinámicas de los
mercados laborales locales, así como las dinámicas de los mercados informales. ¿Están
preparados los gobiernos locales y regional desde esta óptica? En sus manos tienen
los motores del consumo e inversión pública, aunque son limitados, ya que su
capacidad de recursos depende del crecimiento económico. El consumo público es
un motor importante del crecimiento económico regional. Pero este no es el
camino; no podemos estar a expensas de más puestos públicos o subsidios del gobierno.
De aquí que nos haga recordar al olvidado francés, pero brillante, Frédéric
Bastiat, quien dijo: “Todos desean vivir a expensas del Estado, pero se olvidan
que el Estado vive a expensas de todos”.
El camino está en la
inversión pública. Por un lado, es importante avanzar en las inversiones de
mayor alcance y complementariedad. Por otro lado, la clave está en impulsar las
inversiones en ámbitos que más encadenamientos y vínculos productivos y de
consumo generan. Por ejemplo, dentro del sector agropecuario y agroindustrial,
la atención prioritaria de varias cadenas productivas se convierte en
estratégico, debido a su alta capacidad de generar empleos, rapidez del ciclo
de producción y comercialización, y por su flexibilidad de reinvertir los ingresos.
Dar una significativa amplitud a los procompites, por ejemplo, o acelerar los
programas de compensaciones para la competitividad, o diseñar paquetes
económicos para el emprendimiento, impactará efectivamente en la reactivación.
Se trata, por tanto, de medidas urgentes, pero efectivas.
Conformar la
orquesta
La reactivación
económica no es un laissez faire. Es un desafío interinstitucional liderada
por el gobierno. Los gobiernos locales y regional deben tener la capacidad
suficiente para dialogar y articular esfuerzos, generar ideas y diseñar
políticas. Y uno de estos esfuerzos debe ser la conformación de al menos dos comisiones
estratégicas: un comité interinstitucional, clave para el mapeo de los diferentes
intereses de los diversos actores que intervienen en la economía regional; y una
comisión de expertos independientes con trayectoria profesional, que asesore al
gobierno en la elaboración de una estrategia regional para la reactivación
económica.
En resumen, la
reactivación económica no se producirá sola. Se requieren capacidades y
esfuerzos estratégicos para hacerlo posible. De lo contrario, parafraseado a García
Márquez, será una crónica latente de una peor crisis anunciada.
Publicado en El Nuevo Diario, el jueves 06 de junio de 2020.